Tanto Biden como Sanders se enfrentarían a severos desafíos contra Trump
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WASHINGTON — Si hay algo esencial para los demócratas mientras buscan enfrentarse al presidente Trump en noviembre, es contar con un candidato que impulse una participación fuerte, tal vez histórica, ya sea reuniendo a la coalición que eligió dos veces a Barack Obama o movilizando a masas de nuevos votantes.
Sin embargo, el partido ahora se acerca a su convención de nominaciones con la carrera reducida a dos candidatos de más de 70 años de edad, que tienen grandes debilidades para llegar más allá de sus respectivas bases de seguidores.
Bernie Sanders y Joe Biden enfrentarán una prueba crucial en los estados restantes en las primarias demócratas, donde ambos tendrán que recalibrar —y, en cierta medida, renovar su marca— para ampliar su atractivo y unificar a una porción fracturada. Es una tarea difícil para dos hombres que son producto de una generación política anterior.
“Vencer a Trump va a requerir un enfoque de ‘todo lo anterior’, algo que vimos en las elecciones de mitad de período: mayor participación juvenil y de personas de color, además de continuar ganando votos cruzados entre independientes y republicanos con educación superior”, precisó Tom Bonier, director ejecutivo de TargetSmart, una firma de análisis de datos demócrata. “Quienquiera que sea el candidato demócrata, tendrá que cumplir con esos requisitos”, afirmó.
Bonier y otros estrategas del partido confían en que el desafío será más fácil de superar que los que enfrenta Trump para reconstruir su propia coalición ganadora. Pero los riesgos son grandes, tanto para los candidatos demócratas como para el partido.
Cada uno de sus equipos de campaña insiste en que están preparados para atraer a grupos de votantes que no han estado entusiasmados con su política y para crear un terreno de juego que cruce fronteras ideológicas y demográficas, como Obama logró hacer en 2008.
Pero Obama, quien era casi un recién llegado a la escena política nacional en ese momento, estaba libre de las cargas que llevan Sanders y Biden. Décadas de experiencia ayudaron a impulsar a los dos políticos septuagenarios al frente de un gran campo de candidatos en este ciclo, pero eso también los agobia a medida que luchan por alcanzar nuevas audiencias.
“Él va a hablar sobre construir una gran coalición”, expuso el copresidente de la campaña de Sanders, Ro Khanna, un congresista de Silicon Valley, en una entrevista en video que posteó el miércoles en Twitter. “Se compromete con ser un unificador”. Ese mensaje habla de una campaña rebelde castigada por los resultados electorales del Súper Martes, que indicaron que Sanders necesita ajustar su enfoque.
Pero incluso cuando la campaña de Biden se deleitó con su éxito del martes, los asesores reconocieron que el exvicepresidente también debe ampliar su alcance. “Su campaña es fundamentalmente sobre la esperanza y el optimismo, pero creo que van a escuchar muchas cosas del vicepresidente a partir de ahora, no sólo sobre la experiencia del pasado sino también sobre la visión del futuro”, señaló el alcalde de Los Ángeles y copresidente de la campaña de Biden, Eric Garcetti, a los periodistas el miércoles.
Biden salió del Súper Martes con varios logros de los que jactarse. La participación alcanzó niveles récord en algunos estados donde ganó, especialmente Virginia. A Biden le fue extremadamente bien en las áreas suburbanas entre los votantes moderados, muchos de ellos exrepublicanos, que ayudaron a los demócratas a triunfar en las elecciones intermedias de 2018.
Pero su alcance limitado entre los votantes menores de 45 años —a quienes Obama atrajo con tanto éxito— no es alentador para un partido demócrata ansioso por captar sangre nueva.
Todos los memes de Biden con sus gafas de aviador y sus discursos de campaña sobre la deuda estudiantil y la violencia sexual no pueden enmascarar algunos números difíciles. Captó sólo un 17% de los votantes menores de 45 años el Súper Martes, según las encuestas a boca de urna.
En los eventos de Biden se observan habitualmente muchas más cabezas grises que anillos en la nariz. Su estilo político de la vieja escuela, sus referencias antiguas a políticos fallecidos, como el senador de Carolina del Sur Fritz Hollings, y el uso de palabras arcaicas como “malarkey” (bobadas) envían un mensaje generacional que deja a los votantes jóvenes rascándose la cabeza. Muchos jóvenes demócratas creen que el sistema político y económico no funciona para ellos, y quieren candidatos que sacudan las cosas, como lo han demostrado muchos sondeos.
“Hay una gran carga en la prueba para Joe Biden, en primer lugar, para mostrar a los votantes jóvenes que entiende todo eso y, en segundo lugar, que puede y hará los cambios que ellos buscan”, indicó Geoff Garin, un encuestador demócrata no afiliado a ningún candidato presidencial. “Algo de esto se trata de política y otro tanto del tono, la mentalidad y el lenguaje corporal”.
Los resultados mediocres del exvicepresidente entre los latinos también exponen preguntas complejas sobre si puede hacer la incursión que los demócratas han buscado durante mucho tiempo en los estados del llamado Cinturón del Sol, especialmente en Arizona y Texas. Algunos ven ecos preocupantes de la fallida campaña presidencial de Hillary Clinton en 2016, cuando los mensajes antiguos de la candidata, su pedigrí en el establishment (el grupo de poder) y la falta de energía en campaña dejaron a demasiados votantes sin inspiración.
Sin embargo, fue Sanders quien tuvo la noche más difícil en el Súper Martes. El senador de Vermont creó su campaña en torno a las promesas de movilizar a masas enteras de votantes que no habían participado en el proceso anteriormente. No fue así.
A Sanders le fue bien entre los jóvenes que votaron, pero no amplió significativamente la participación, como reconoció él mismo al día siguiente: “Esta es una campaña que está tratando de atraer a personas que no han estado involucradas en el proceso político, aunque no es fácil”, expuso en una conferencia de prensa en Burlington, Vermont. “¿Hemos tenido tanto éxito como yo esperaba en atraer a los jóvenes? La respuesta es no. Todos saben que los jóvenes no votan en las mismas cantidades que las personas mayores. Pero creo que eso cambiará en las elecciones generales”.
Es un gran salto de fe el que Sanders le pide a los votantes, ya preocupados por encontrar al candidato que pueda impulsar la participación contra Trump. Durante sus comentarios, Sanders pasó mucho tiempo argumentando que construir su movimiento es un trabajo duro y que consume bastantes horas. Sin embargo, no pasó mucho tiempo ampliando su discurso para los votantes.
El otro gran problema que el senador de Vermont ha trabajado febrilmente para solucionar, sin mucho éxito, es la falta de apoyo entre los afroamericanos.
La reacción fría de ese sector hacia él, especialmente en el sur, descarriló su campaña en 2016. Esta semana, esos votantes una vez más mostraron poco entusiasmo. Rechazaron su candidatura en números tan grandes que Sanders, quien llegó al Súper Martes proyectando ampliamente reunir a la mayoría de los delegados en juego, no pudo seguir el ritmo de Biden.
La incapacidad de generar una gran participación entre los votantes afroamericanos contribuyó a la pérdida de estados que fueron clave para Clinton ante Trump en 2016, especialmente Pensilvania y Michigan. La debilidad de Sanders con ese electorado demócrata fundamental podría costarle una vez más la nominación, pero también pudiera crear un problema grave si resultara nominado.
Un punto positivo para Sanders fue su victoria en California, que según él muestra que puede construir una gran coalición multirracial. “Si nos fijamos en las personas de color en general, afroamericanos y latinos, estadounidenses de origen asiático, ganamos notablemente” en California, indicó Sanders. “Ni siquiera nos siguen de cerca. Así que nos está yendo muy bien con las personas de color; vamos a hacerlo mejor, creo, con la comunidad afroamericana”.
La campaña de Biden hizo comentarios igualmente optimistas sobre su atractivo para los latinos. Sin embargo, ambas campañas tuvieron problemas para articular un plan coherente.
Cuando se le preguntó cómo Biden aumentaría su posición en la comunidad latina, Garcetti ofreció una anécdota que involucró un encuentro personal entre el precandidato y un joven inmigrante Dreamer en un estacionamiento de Los Ángeles. “Sé que los votantes se sienten conectados con él”, comentó el alcalde. “Y cuanto más lo conocen, más lo quieren”.
Fue una anécdota conmovedora. Las próximas semanas mostrarán si cualquiera de las campañas puede convertir esas diáfanas esperanzas en realidad.
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