Columna: De adictos y adicciones: Un duelo anticipado

Desde que tiene memoria, la vida de Irma, ha sido dura, siempre en un torbellino de emociones; se casó muy joven, para escapar de su casa, donde la violencia doméstica era cosa de todos los días.

Después de tener su primer hijo, el matrimonio se fue a pique, luego llegaron otras parejas, pero igual que con el primero, tuvo hijos, y al final las cosas acabaron mal.

Con tres hijos, dos varones y una niña, Irma trabajó muy duro para mantenerlos, durante años tuvo dos turnos. “Trabajaba como burro; para mí, lo más importante era pagar la renta y llevar comida a mi casa, en realidad nunca me ocupé de su educación, asumía que si iban a la escuela estaban aprendiendo, pero no me quedaba tiempo para ir a las juntas de padres de familia y menos para ayudarles con sus tareas”.

Cuando Irma recuerda esos años, le parecen un mal sueño, todo era trabajo y una lucha permanente con sus tres hijos para que ayudaran con los quehaceres domésticos. “Llegaba tan cansada que lo único que quería era dormir, ahora me siento culpable, tal vez les hizo falta más supervisión, la mano dura de un padre, no sé, el caso es que cuando desperté mis hijos ya eran adolescentes y se me escapaban de las manos”.

Los problemas empezaron cuando Rubén, el mayor de sus hijos, le confesó que era gay, pero que, además, su aspiración era ahorrar para hacerse un cambio de sexo. “Aunque Rubén desde muy pequeño daba señales de ser muy afeminado, la verdad no le di importancia, sin embargo, nada me preparó para enfrentar su adicción”.

Irma se pregunta, si por influencia del hermano mayor, sus otros dos hijos también empezaron a consumir drogas. El menor, que actualmente tiene veintitrés años, ha estado internado en más de cinco centros de rehabilitación, consumiendo todos los recursos de Irma; en cuanto a Irmita, su niña, vive con un adicto y es madre de una pequeñita, que Irma cuida como si fuera su hija.

Como si todo esto fuera poco, a Rubén le detectaron VIH hace tres años. Se puede imaginar el lector, que la noticia, le cayó a Irma como un balde de agua fría. El médico les hizo saber, que siempre y cuando Rubén dejara de consumir, tomara su medicamento y llevara una vida sana, su esperanza de vida era como la de cualquier otra persona, sin embargo, Rubén dejó de tomar los medicamentos, sigue consumiendo y vive en la calle o donde lo encuentre la noche.

Actualmente, Irma está viviendo un duelo anticipado, pues en la última visita al médico le hicieron saber que la vida de Rubén pende de un hilo. De sus otros dos hijos, no sabe casi nada. “Vivo angustiada, todos los días los incluyo en mi oración, me siento muy culpable e impotente”.

Esta platica la tuvimos Irma y yo, hace aproximadamente tres meses, por sugerencia de otras madres de familia, Irma empezó a asistir a un grupo de doce pasos, nada en la situación de sus hijos ha cambiado, sin embargo, nuestra amiga encontró un grupo de personas que la entienden, una tribuna donde puede expresar sus pensamientos, pero sobre todo se reconcilió con Dios.

Si usted es madre de familia y tiene hijos en adicción, seguramente entiende lo que está viviendo Irma. Como padres, siempre queremos lo mejor para nuestros hijos, pero no podemos vivir sus vidas ni evitar sus consecuencias, solo podemos amarlos y, si es necesario, soltarlos con amor.

Escríbame, su testimonio puede ayudar a otros. Todos los nombres han sido cambiados.

[email protected]